“En algún momento de la construcción de la Comunidad-Unión Europea sucedió —porque alguien lo decidió o simplemente surgió así y nadie quiso o pudo modificarlo— que lo racional no solo estaba por encima de lo sentimental, sino que lo sentimental era innecesario y hasta peligroso. (…) Es posible que este no fuera el planteamiento de los padres fundadores, quienes aspiraban por encima de todo a la paz y, probablemente, tampoco el de los actuales gestores que aspiran… ¿a qué aspiran?”
Jorge Marirrodriga, en el artículo titulado ‘Europa, vamos a querernos’
El País, 14.01.2019
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